jueves, 18 de junio de 2009

El origen de la crisis

Como ustedes saben, el mundo está en medio de una crisis económica.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué fue lo que salió mal?

Las causas de la crisis son muchas, pero todas apuntan a un problema espiritual que ningún economista ha tratado: La codicia.

Yo no soy economista, pero voy a tratar de resumirles la crisis de una forma sencilla.

Los Bancos de las naciones ricas telefonearon a las personas y les dijeron:

“Te voy a prestar 100 para que compres una casa”.
“En tres años, esa casa valdrá 200. Tú la vendes. Me devuelves los 100, me pagas 20 de intereses y tú te quedas con 80”.

¡Qué bonito! De la noche a la mañana, uno tenía 80 sin mover un dedo (codicia).

Y como la gente NO QUIERE TRABAJAR, se endeudó con los Bancos (codicia). Los Bancos repartieron dinero. A veces, ni siquiera pedían requisitos mínimos.

Al final de los tres años, la casa no valía 200. ¡Valía 120! ¡A veces valía 90!

Tuvieron que rematar muchas propiedades. Los Bancos quebraron y todo “se fue a la porra” como dicen en Nicaragua.

Los Gobiernos necesitan dinero de los Bancos para hacer sus actividades.

Si no hay dinero, entonces los Gobiernos ya no pueden comprarles a las naciones pobres sus productos, o se los compran barato.

Como ustedes pueden ver, todo se originó por la codicia, la ambición y por querer hacerse rico sin trabajar.

Bien lo decía el Apóstol San Pablo “El origen de todos los problemas es el amor al dinero” (1 Timoteo 6, 10).

¿Qué se debe hacer en estos momentos de crisis? = Trabajar.

El que tenga un trabajo, que lo haga muy bien. El que no lo tenga, que procure hacer algo útil para los demás.

En la Iglesia no queremos vagos.

No se dejen engañar. Cuando les ofrezcan algo se que vea fácil, tengan dudas de eso.

¡Un saludo!

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