martes, 9 de junio de 2009

Un ama de casa

Hoy la Iglesia Católica celebra la fiesta de la Beata Ana María Taigi, esposa, madre, viuda y patrona de las amas de casa.

A veces pensamos que todos los santos fueron célibes, pero la Beata Ana María se casó y tuvo muchos hijos. Todos nosotros estamos llamados a la santidad.

La Beata Ana María no fue torturada ni murió como mártir. Ella no evangelizó pueblos paganos, ni se enfrentó a reyes o Emperadores desquiciados.

La Beata Ana María llegó a la santidad haciendo los oficios domésticos.

Hoy en día, la palabra “oficios domésticos” es una mala palabra para algunas hermanas.

Desgraciadamente, esas ideas “modernistas” se están filtrando en nuestra Iglesia.

En la Iglesia, ya nadie quiere hacer las cosas pequeñas, sólo quieren hacer las grandes.

Muchos católicos quieren evangelizar en África, quieren ir al Medio Oriente a una escuela católica o predicar frente a las multitudes.

Pero nadie quiere ayudar a barrer y acomodar la Iglesia. La santidad también se alcanza haciendo cosas cotidianas.

¿Quiere santificarse? Ayude a barrer la Iglesia.

Especialmente los Domingos, porque dejan envolturas de golosinas, papeles, chicles pegados en las bancas y toda clase de porquerías en el Templo de Dios.

¿Si usted es ama de casa y quiere santificarse?

Siga el ejemplo de la Beata Ana María, ella cocinaba para su esposo y sus hijos como si estuviese cocinando para el mismo Señor Jesús.

La Beata Ana María tuvo experiencias místicas en el silencio de su hogar. Dios se revela en el silencio a las personas humildes.

Hermanas queridas, los mártires ya están contados. Cuando estén haciendo los oficios domésticos, no se hagan las mártires.

Cuando estén haciendo los oficios domésticos piensen que la santidad es hacer las cosas cotidianas como si fueran para el Señor Jesús.

Detrás de un ama de casa puede estar una santa de la Iglesia.

Beata Ana María Taigi, ¡ruega por nosotros!

¡Un saludo!

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