viernes, 15 de mayo de 2009

Piadosos

¿A ustedes les pasa lo mismo?

Cuando alguien está hablando de cosas de Dios, como la Virgen, los santos, la Biblia o la Iglesia, ¿usted quiere “meter la cuchara”?

Usted siente que le están tocando algo muy suyo, ¿verdad? Pues si, ellos están hablando acerca de Papito Dios.

Lejos de ser un defecto, es una cualidad. Y mucho más de ser una cualidad, eso es un don llamado Don de Piedad.

El Espíritu Santo pone en el alma de las personas ese amor por las cosas de Dios.

Los hermanos norteamericanos tienen palabras muy simpáticas. Ellos dicen que el Don de Piedad es como un “crush” por las cosas de Dios.

Un “crush” es como un flechazo por algo que nos gusta. Es como las mariposas en el estómago.

Solo las personas que realmente aman a Dios tienen el Don de Piedad.

El que tiene el Don de Piedad se siente atraído por las Sagradas Escrituras y nunca le aburre, ¡aunque no las entienda!

Antes, uno gastaba dinero en porquerías. Cuando uno desarrolla el Don de Piedad uno compra todas las semanas algún libro en las librerías católicas. ¡Y nunca es suficiente!

Antes, uno perdía el tiempo haciendo nada. Cuando uno desarrolla el Don de Piedad uno desea trabajar en las cosas de la parroquia. ¡Y nunca es suficiente!

El que tiene el Don de Piedad está muy consciente que es un hijo de Dios y por eso, mira a las personas como si fueran sus propios hijos.

El piadoso ríe con los que ríen. El piadoso llora con los que lloran.

Una persona piadosa aprende a perdonar las ofensas de los demás.

Lo contrario del Don de Piedad es la dureza de corazón. Ellos se pudren en su propio rencor y no son capaces de perdonar.

El duro de corazón prefiere buscar ayuda en el horóscopo, en el cristal de cuarzo o pasándose la cola de una gallina, que levantar sus ojos al cielo y decir “Dios mío, ¡ayúdame!”.

¡Qué triste es tener el corazón de piedra!

De ellos no quedará piedra sobre piedra porque su propia dureza los derrumbará.

¡Un saludo!

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