martes, 19 de mayo de 2009

Un pacificador

Hoy la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Ivo de Bretaña, el santo patrono de los abogados.

Cuando San Ivo murió, los vecinos le pusieron una lápida un poco graciosa que decía algo así:

“San Ivo era bretón. Era abogado y no era ladrón. Santo Dios: ¡qué admiración!”.

Para nadie es un secreto que CIERTOS abogados le han dado muy mala fama a su profesión. Sin embargo, San Ivo fue un abogado y es un santo de la Iglesia.

En la Edad Media, los ricos le hacían regalos a los jueces para ganar los juicios en los tribunales.

Sin embargo, San Ivo nunca aceptó ningún regalo de sus clientes. Él actuaba con justicia e imparcialidad.

¡Gracias a Dios hoy ya no existe la corrupción que corrompían el corazón de los abogados durante la Edad Media!

San Ivo tenía una vida muy austera. Lo que ahorraba lo compartía con los pobres.

Cuando un pobre tenía que comparecer en un juicio, San Ivo salía a la defensa de ellos y no les cobraba ni un centavo.

San Ivo fue un gran pacificador.

Cuando había un pleito, San Ivo procuraba que las dos personas resolvieran su problema de forma civilizada, en privado y de forma amigable.

Hoy en día pasa todo lo contrario = Cuando hay un pleito, ¡uno le echa más leña al fuego y quiere ver sangre!

¿Conocen la expresión “Bienaventurados los pacificadores” que decía el Señor Jesús?

A San Ivo le llegaba dinero de donaciones y él construyó un hospital para enfermos pobres. Al final, él regaló todas sus pertenencias.

Hermanos, fíjense muy bien cuando vean a alguien que empieza a regalar sus cosas. ¡Ese es un futuro santo de la Iglesia!

Una vez le dijeron a San Ivo que no regalara todo, que se guardara algo para su vejez.

San Ivo respondió “No estoy seguro que llegue a viejo. De lo que sí estoy seguro es que Dios me devolverá en el cielo todo lo que he regalado en la tierra”.

San Ivo, ¡Ruega por nosotros!

¡Un saludo!

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