martes, 26 de mayo de 2009

Un cura feliz

Hoy la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Felipe Neri, un gran catequista y guía espiritual de la Iglesia.

San Felipe tenía muy buen humor. Su alegría era contagiosa. Aunque no lo crean, ¡eso es un carisma!

En ese tiempo, los hijos de las familias católicas eran unos pesados (como hoy en día).

San Felipe se encargaba de educar a esos niños ñoños. Las familias decían que después se comportaban como ángeles.

Como que hoy en día necesitamos varios San Felipes en los colegios católicos, ¿no?

Una vez, los muchachos en la escuela católica estaban gritando y los profesores trataban de poner el orden.

San Felipe les dijo “Pueden gritar todo lo que quieran, pero no ofendan al Señor Jesús”. El gran Don Bosco años después repitió esa frase.

Eso es para que vean que haber estudiado en colegio católico no es garantía de santidad.

San Felipe era amigo de todos. Como era tan alegre, las personas se acercaban a él.

El carisma de la alegría de San Felipe no era para que el santo dijera “¡Qué simpático soy! ¡Soy un Miss Simpatía!

San Felipe usaba su carisma para hablarles del Señor Jesús a quien se le ponía enfrente y lograr conversiones.

Hermanos, los carismas son para ponerlos al servicio de la Iglesia Católica para la construcción del Reino de Dios en la tierra.

Y como si fuera poco, Dios le dio un carisma especial a San Felipe que muchos sacerdotes lo necesitan = Saber confesar bien.

Después de confesarse, los penitentes no solamente salían perdonados, sino que salían totalmente convertidos al Señor Jesús.

El día que murió, San Felipe estaba feliz. “Voy a la Casa del Señor”, decía en su agonía.

Cuando lo fueron a enterrar, descubrieron que tenía dos costillas saltadas y dobladas para darle espacio al corazón que se había hecho más grande.

La alegría de San Felipe no le cupo en el pecho.

San Felipe Neri, ruega por nosotros.

¡Un saludo!

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